El 7 de septiembre de 1978, el mundo del rock perdió a una de sus figuras más icónicas y explosivas: Keith Moon, el legendario baterista de The Who. Conocido como «Moon the Loon» por su personalidad excéntrica y su estilo de vida desenfrenado, Moon no solo redefinió el papel de la batería en el rock, sino que también dejó una marca imborrable en la música y la cultura popular. Su muerte, a los 32 años, por una sobredosis accidental de clometiazol —un medicamento recetado para combatir su alcoholismo— marcó el fin de una era para The Who y para el rock en general.
Contexto: La vida y el caos de Keith Moon
Keith John Moon, nacido el 23 de agosto de 1946 en Wembley, Londres, fue un torbellino de energía y creatividad desde su infancia. Hiperactivo y con una imaginación desbordante, encontró en la música el único medio capaz de canalizar su inquietud. Tras un breve paso por el cornetín en el Sea Cadet Corps, Moon descubrió su verdadera vocación en la batería a los 14 años, cuando su padre le regaló su primer kit. Su estilo, forjado en bandas locales como The Beachcombers, era todo menos convencional: evitaba los ritmos básicos, priorizando redobles frenéticos, dobles bombos y un uso salvaje de los platillos, creando una presencia rítmica que parecía una orquesta en sí misma.
Moon se unió a The Who en 1964, justo antes de que grabaran su primer sencillo, «Zoot Suit». Desde entonces, se convirtió en el corazón rítmico de la banda, complementando la guitarra incendiaria de Pete Townshend, el bajo melódico de John Entwistle y la voz poderosa de Roger Daltrey. Su estilo no solo era técnico, sino profundamente emocional, descrito por Entwistle como «melodías» en lugar de simples pausas rítmicas. Canciones como «My Generation», «Won’t Get Fooled Again» y «I Can See For Miles» llevan la marca inconfundible de Moon, con su energía caótica y su capacidad para impulsar la música hacia adelante, como si la batería fuera el motor de la banda.
Sin embargo, la vida de Moon fuera del escenario era tan explosiva como su interpretación. Conocido por destrozar habitaciones de hotel, detonar inodoros con dinamita y protagonizar bromas que rozaban lo peligroso —como la explosión de su batería en The Smothers Brothers Comedy Hour en 1967, que dejó a Townshend parcialmente sordo—, Moon encarnaba el espíritu autodestructivo del rock. Su adicción al alcohol y las pastillas, combinada con una personalidad que no conocía límites, comenzó a afectar su salud y su desempeño en la batería en los últimos años de su vida.
Who Are You: El último rugido de Moon
El álbum Who Are You, lanzado el 18 de agosto de 1978, apenas tres semanas antes de la muerte de Moon, es un punto de inflexión en la discografía de The Who y un testimonio agridulce del estado de la banda en ese momento. Tras un hiato de tres años desde The Who by Numbers (1975), el grupo regresó con un sonido más pulido, influenciado por los sintetizadores y una producción más orientada al naciente arena rock. Sin embargo, la grabación del álbum estuvo marcada por tensiones internas y el deterioro físico de Moon, quien había ganado peso y luchaba con su adicción al alcohol.
A pesar de estas dificultades, Who Are You captura momentos de brillantez que recuerdan por qué Moon era considerado uno de los mejores bateristas de su tiempo. La canción homónima, «Who Are You», es un ejemplo perfecto: los redobles frenéticos y los platillos explosivos de Moon dan a la pista una urgencia visceral que complementa el grito de Daltrey y los sintetizadores de Townshend. Sin embargo, críticos y compañeros de banda notaron que su interpretación en el álbum era menos precisa que en trabajos anteriores como Who’s Next (1971) o Quadrophenia (1973). Daltrey y Entwistle incluso consideraron despedirlo debido a su falta de fiabilidad, pero su carisma y talento lo mantuvieron en la banda.
La portada del álbum, con Moon sentado en una silla con las palabras «Not To Be Taken Away» grabadas, adquirió un tono inquietantemente profético tras su muerte. Aunque el disco fue un éxito comercial, alcanzando el puesto número 2 en las listas de Estados Unidos, su lanzamiento quedó opacado por la tragedia de la muerte de Moon, que marcó el fin de la formación clásica de The Who.
La muerte de Keith Moon: Un final trágico
La noche del 6 de septiembre de 1978, Moon asistió a una fiesta organizada por Paul y Linda McCartney para celebrar el estreno de la película The Buddy Holly Story. Acompañado por su pareja, la modelo sueca Annette Walter-Lax, Moon regresó a su apartamento en Curzon Place, Londres —el mismo lugar donde Mama Cass había fallecido cuatro años antes—. En un esfuerzo por controlar su alcoholismo, Moon había sido recetado clometiazol, un sedante que debía tomar en dosis estrictas de no más de tres pastillas al día. Sin embargo, esa noche consumió 32 pastillas, casi un tercio de su prescripción de 100, lo que resultó en una sobredosis fatal.
A la mañana siguiente, Moon se despertó brevemente, expresó mal humor y comió algo de cordero preparado por Walter-Lax. Volvió a dormir y, alrededor de las 15:40, ella lo encontró sin vida, tumbado boca abajo con un brazo extendido hacia la cama, como si intentara alcanzarla. A pesar de los esfuerzos de los servicios de emergencia, Moon ya llevaba varias horas muerto cuando fue encontrado. La autopsia reveló 26 pastillas sin disolver en su estómago, lo que generó controversia sobre la responsabilidad del Dr. Dymond, quien le recetó el medicamento sin advertir adecuadamente sobre su peligrosidad.
La muerte de Moon no fue un suicidio, según el certificado de defunción, sino una sobredosis accidental. Sin embargo, su entorno sabía que estaba al borde del colapso. En entrevistas, amigos y compañeros relataron cómo Moon, consciente de su autodestrucción, prometía mejorar con lágrimas en los ojos, pero no pudo escapar de sus demonios. Su funeral, donde Daltrey bromeó diciendo que esperaba que Moon saltara del ataúd gritando que todo era una broma, reflejó el espíritu irreverente que lo definió.
Impacto en The Who y el rock
La muerte de Moon marcó un antes y un después para The Who. Pete Townshend emitió un comunicado declarando su determinación de continuar, pero afirmó que «ningún ser humano podría reemplazar a Keith». La banda reclutó a Kenney Jones, exbaterista de Small Faces y Faces, para reemplazarlo, pero su estilo más convencional no logró capturar la magia caótica de Moon. Álbumes como Face Dances (1981) y It’s Hard (1982) recibieron críticas mixtas, y muchos fans sintieron que la banda había perdido su alma.
El impacto de Moon en el rock trasciende su trabajo con The Who. Su estilo, que combinaba teatralidad, velocidad y una energía casi maníaca, inspiró a bateristas como John Bonham de Led Zeppelin y Stewart Copeland de The Police. Revistas como Q y Rolling Stone lo han nombrado uno de los mejores bateristas de la historia, destacando cómo transformó la batería de un instrumento de apoyo a uno protagonista. Su influencia se extiende incluso a la cultura popular, inspirando al personaje Animal de The Muppet Show.
El contexto cultural de 1978, con el auge del punk y la música disco, también influyó en cómo se percibió la muerte de Moon. Mientras el punk abogaba por un enfoque más crudo y minimalista, Moon representaba la extravagancia y el exceso del rock clásico. Su fallecimiento simbolizó el ocaso de una era, justo cuando el rock de estadio comenzaba a ceder terreno a nuevas corrientes musicales.
Legado y reflexión
El legado de Keith Moon no se limita a sus grabaciones con The Who, aunque canciones como «Baba O’Riley», «Who Are You» y «My Generation» son testimonio de su genialidad. Su enfoque innovador, descrito como «tocar hacia adelante» en lugar de seguir un ritmo lineal, cambió la percepción de lo que un baterista podía lograr. Más allá de la técnica, Moon aportó una energía intangible que hacía que cada actuación de The Who fuera un espectáculo único.
Su muerte, aunque trágica, no opacó su impacto. Documentales como The Kids Are Alright (1979) y grabaciones en vivo como su última actuación en Shepperton Studios en mayo de 1978 muestran a un Moon debilitado pero aún magnético. Su vida, marcada por excesos y un humor irreverente, lo convirtió en un símbolo del espíritu rebelde del rock, pero también en un recordatorio de los peligros de la autodestrucción.
Conclusión
La muerte de Keith Moon el 7 de septiembre de 1978 no solo privó al mundo de uno de los bateristas más innovadores y carismáticos de la historia, sino que también dejó a The Who sin su chispa vital. Who Are You, su último álbum, es un reflejo agridulce de su lucha personal y su genio musical. A pesar de su deterioro físico, Moon seguía siendo capaz de momentos de brillantez que recordaban su grandeza. Su legado perdura en cada redoble frenético, en cada platillo estrellado y en la energía caótica que definió a The Who. Para los amantes del rock, Moon no es solo un baterista, sino un ícono que vivió y murió al ritmo de su propio tambor, dejando un vacío que aún resuena en la música moderna. Como dijo su mánager, Bill Curbishley, «nunca envejecería con gracia», y quizás esa fue su mayor virtud: Moon vivió como tocaba, sin restricciones, hasta el último compás.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.