En el corazón de Venezuela, un país sumido en una crisis económica, política y social sin precedentes, opera una de las organizaciones criminales más temidas y controvertidas del continente: el Cartel de los Soles. No es un cártel al uso, con una estructura jerárquica rígida como los de Medellín o Sinaloa en su apogeo, sino una red fluida y camaleónica de actores militares, políticos y criminales que ha convertido al país en un epicentro del narcotráfico y otras actividades ilícitas.
Orígenes y liderazgo
El término “Cartel de los Soles” surgió en la década de 1990, haciendo alusión a las insignias en forma de sol que llevan los generales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en sus uniformes. Según InSight Crime, la organización no es un cártel tradicional, sino un conjunto de células incrustadas en las fuerzas armadas venezolanas que, con el tiempo, se han aliado con actores políticos y criminales para traficar drogas y gestionar otras economías ilícitas.
Las acusaciones más graves señalan a figuras de alto perfil del chavismo como líderes de esta red. En 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó al presidente Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, de encabezar el Cartel de los Soles, ofreciendo recompensas de 15 y 10 millones de dólares, respectivamente, por información que conduzca a su captura. Otros nombres recurrentes incluyen a Tarek El Aissami, exvicepresidente y ministro, sancionado por el Departamento del Tesoro de EE. UU. por su presunto rol en el tráfico de narcóticos, y a Hugo Carvajal, exjefe de inteligencia militar, quien huyó a España antes de ser extraditado a EE. UU.
Sin embargo, expertos como Sebastiana Barráez, periodista venezolana especializada en temas militares, sostienen que no existe un “cartel” monolítico, sino un sistema de redes que operan bajo la protección del régimen. “No hay un Cartel de los Soles, porque un cartel no sostendría a todos los ‘soles’. Lo que hay son militares involucrados en el narcotráfico por los cargos que ocupan en determinado momento”, afirma Barráez.
Actividades criminales: Más allá del narcotráfico
El núcleo de las operaciones del Cartel de los Soles es el tráfico de cocaína, que ha convertido a Venezuela en una de las principales rutas de trasiego desde Colombia hacia Estados Unidos, Europa y el Caribe. Según un informe de la ONU de 2020, grupos delictivos infiltrados en las fuerzas de seguridad han creado una red informal para facilitar la entrada y salida de drogas ilegales, transportando grandes cantidades desde puertos marítimos y pistas clandestinas, especialmente en el estado fronterizo de Apure. Se estima que el cartel mueve entre 300 y 500 toneladas de cocaína al año, una cifra que lo coloca entre las organizaciones más prolíficas del mundo.
Pero el narcotráfico es solo la punta del iceberg. El Cartel de los Soles también está implicado en el contrabando de combustible, la minería ilegal de oro, coltán y otros minerales, y la extorsión. En estados como Bolívar y Sucre, las fuerzas armadas controlan actividades mineras ilícitas, mientras que en la frontera con Colombia, operan junto a grupos guerrilleros como el ELN y disidencias de las FARC. Estas actividades no solo generan millonarios ingresos, sino que refuerzan el control territorial de las redes criminales.
Poder sobre el gobierno: Un narcoestado en ciernes
La relación simbiótica entre el Cartel de los Soles y el régimen venezolano es, quizás, su característica más inquietante. Según Transparencia Venezuela, la interdependencia entre agentes delictivos e instituciones estatales ha creado una “corporación política-burocrática-económica-criminal” que permea todos los niveles del poder. El régimen de Maduro, enfrentado al colapso de la industria petrolera y sanciones internacionales, habría encontrado en el narcotráfico una fuente crucial de ingresos para mantenerse a flote.
Documentos filtrados en Colombia, analizados por el Miami Herald y OCCRP, revelan que altos funcionarios y militares no solo facilitan el tráfico de drogas, sino que han asumido roles activos como compradores, vendedores y negociadores con carteles mexicanos como el de Sinaloa. Esta evolución, desde la permisividad hasta la participación directa, ha llevado a algunos analistas a calificar a Venezuela como un incipiente narcoestado, donde el crimen organizado y el poder político son indistinguibles.
El sistema de Regiones de Defensa Integral (REDI), creado en 2008, ha sido clave para consolidar este control. Estas zonas, bajo mando militar, permiten a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) supervisar tanto operaciones de seguridad como actividades ilícitas, garantizando impunidad a los involucrados.
Inversiones y alcance: Un imperio criminal global
Los ingresos del Cartel de los Soles, que se cuentan en miles de millones de dólares, no se quedan en Venezuela. Según Noam Chomsky y otros analistas, gran parte de este dinero se lava en el sistema financiero internacional, particularmente en bancos de Miami, beneficiando a sectores financieros en EE. UU. y otros países. Empresas fachada, contratos inflados y esquemas de importación de alimentos han sido utilizados para blanquear capitales, como en el caso de Álex Saab, un empresario cercano a Maduro acusado de desviar millones de dólares.
Los tentáculos del cartel se extienden por América Latina, el Caribe, Europa y África. Las rutas marítimas desde Puerto Cabello, que alguna vez manejaron el 70% de la cocaína colombiana que pasaba por Venezuela, siguen activas, aunque han perdido relevancia frente a rutas aéreas hacia Honduras, República Dominicana y Surinam. En Europa, la droga llega a través de puertos en España, Países Bajos y Grecia, a menudo oculta en contenedores marítimos.
Víctimas: Un país al borde del abismo
Las principales víctimas del Cartel de los Soles son los venezolanos. La crisis económica, exacerbada por la corrupción y el desvío de recursos, ha sumido al país en una pobreza extrema, con más de 90% de la población viviendo bajo el umbral de pobreza. La proliferación de mafias y bandas criminales, muchas con el beneplácito de las autoridades, ha disparado la violencia, convirtiendo a Venezuela en uno de los países más peligrosos del mundo. Organizaciones como el Tren de Aragua, aunque a veces rivales del cartel, operan en un entorno de impunidad que beneficia a todos los actores criminales.
A nivel internacional, el flujo de cocaína hacia EE. UU. y Europa ha alimentado la adicción y el crimen organizado, con consecuencias devastadoras para comunidades enteras. La acusación de EE. UU. de 2020 describió al cartel como una amenaza que busca “inundar” a Estados Unidos con cocaína para causar daño social.
Aliados: Guerrillas, carteles y complicidades internacionales
El Cartel de los Soles no opera solo. Sus principales aliados son grupos guerrilleros colombianos como el ELN y disidencias de las FARC, que controlan cruces fronterizos y proveen cocaína. También mantiene vínculos con carteles mexicanos, como el de Sinaloa, que reciben cargamentos en Honduras y el Caribe mexicano. En Venezuela, el régimen tolera la presencia del ELN, que paga a militares por protección en actividades como la minería ilegal.
A nivel político, las acusaciones de conexiones con figuras internacionales son más difusas. En España, la fuga de Hugo Carvajal en 2019 levantó sospechas sobre posibles vínculos con políticos locales, pero no hay evidencia concreta de complicidad directa. Sin embargo, el asilo otorgado a opositores venezolanos como Edmundo González Urrutia en Madrid ha complicado las relaciones bilaterales, alimentando especulaciones sobre influencias encubiertas. En otros países, como Cuba, se han señalado posibles escalas en rutas de narcotráfico, pero estas acusaciones carecen de pruebas sólidas.
Conexiones con políticos españoles y de otros países: Un terreno pantanoso
Las conexiones del Cartel de los Soles con políticos españoles son un tema delicado y poco documentado. La prensa española, según algunas fuentes, ha especulado con primicias sensacionalistas, pero no hay pruebas verificadas de nexos directos con figuras políticas de peso. El caso de Carvajal, quien buscó refugio en España, puso el foco en posibles redes de apoyo, pero su extradición a EE. UU. en 2023 cerró temporalmente esas especulaciones.
A nivel global, las acusaciones de complicidad política suelen ser usadas como herramientas de presión geopolítica. Por ejemplo, EE. UU. ha señalado a funcionarios venezolanos como socios de las FARC, basándose en documentos de Raúl Reyes, pero estas afirmaciones han sido cuestionadas por su posible sesgo político. La falta de transparencia en Venezuela y la polarización internacional dificultan confirmar estas conexiones.
Conclusión: Un desafío para la región y el mundo
El Cartel de los Soles no es solo una organización criminal; es un síntoma de la descomposición institucional de Venezuela. Su capacidad para infiltrarse en el gobierno, corromper a las fuerzas armadas y extender
sus redes a nivel global lo convierte en una amenaza que trasciende fronteras. Mientras el régimen de Maduro se aferra al poder, el cartel seguirá siendo un pilar de su supervivencia, a costa del sufrimiento de millones.
La comunidad internacional enfrenta un dilema: ¿cómo desmantelar una red tan arraigada sin desestabilizar aún más a Venezuela? Las sanciones, las acusaciones y las recompensas no han dado frutos significativos, y el futuro del país sigue siendo incierto. Lo que está claro es que el Cartel de los Soles no desaparecerá sin una transformación profunda del sistema que lo sustenta. Hasta entonces, sus soles seguirán brillando en la oscuridad, iluminando un camino de corrupción y violencia que amenaza con engullir a toda una nación.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.