El término “transición española” designa generalmente el proceso histórico comprendido entre la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, y la victoria del Partido Socialista (PSOE), liderado por Felipe González, en las elecciones generales de octubre de 1982.

Es decir, el paso de una dictadura a un régimen democrático. Sus elementos constitutivos se han presentado con frecuencia como el resultado del consenso social bajo la idea de la “reconciliación nacional”.

No obstante, las narrativas sobre la Transición se han multiplicado. La Transición ha pasado de ser considerada la piedra fundacional de la actual democracia a valorarse como la etapa responsable de la impunidad del franquismo. Puede decirse razonablemente que estas narrativas constituyen las dos caras de una misma moneda del uso público del pasado: la del mito y la del antimito.

Es oportuno y deseable, por tanto, discernir entre los variados relatos públicos del pasado y las contribuciones fundamentadas hechas desde el campo de la historiografía.

La Transición mítica

Existe una narrativa mítica sobre la Transición que enfatiza el desarrollo económico y social de los años sesenta como factor decisivo para explicar la democratización posterior.

A esto se sumaría el papel de una serie de personalidades (el rey Juan Carlos I y el segundo presidente del gobierno postfranquista, Adolfo Suárez, pero también de las principales figuras de la oposición, como Felipe González y el secretario del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo) que habrían operado en soledad frente a una sociedad española apática, indiferente e inactiva.

Un elemento crucial es el énfasis en la actuación inteligente y perspicaz de Suárez, que supuestamente actuó de acuerdo con una agenda preestablecida en el camino hacia la democratización. El protagonismo decisivo de algunos actores subraya el carácter consensuado del proceso transicional.

Esta narrativa fue ampliamente difundida, haciéndose hegemónica, en los años noventa gracias, en buena medida, a la serie documental de la televisión pública española La Transición, que situaba al monarca en el centro del proceso como motor del cambio.

En realidad, dado el carácter planificado del proceso, esta narrativa está asociada a un enfoque mecanicista y teleológico. Otro ingrediente que contiene es la ausencia del conflicto social con el fin de alejarla de cualquier comparación con la Segunda República de 1931: un precedente peligroso que había que evitar, ya que fue el resultado de un radicalismo divisionista que condujo a la Guerra Civil.

Sin embargo, el supuesto carácter pacífico y consensuado de la Transición se presenta en el debate político actual de manera instrumental, apelándose con insistencia a la traición de un supuesto “espíritu de la Transición”.

Transición como anti-mito

La segunda narrativa sobre la Transición, de signo contrario a la anterior, nos la presenta como un fraude, como una traición.

Su uso comenzó a gestarse en la década de los noventa, pero ganó un gran seguimiento con el renovado auge de los movimientos memorialistas y la crisis del sistema político bipartidista español. El contexto es el de las políticas de austeridad tras la gran recesión de 2008 y un nuevo ciclo político caracterizado por la emergencia del movimiento 15-M en 2011.

Esta contranarrativa contribuyó a coronar a aquella etapa histórica con el constructo “Régimen del 78”. La Constitución aprobada en diciembre de ese año se utilizaba para presentar la Transición como el “pozo de todos los males” de la sociedad española, responsable de las insuficiencias de la democracia y del Estado del bienestar en el país.

Se cuestionaba la ejemplaridad del proceso, insistiéndose en las continuidades entre dictadura y democracia. La aprobación de la Ley de amnistía de octubre de 1977, en particular, era tomada como símbolo del fracaso de un proceso de cambio político que no logró depurar las estructuras del Estado franquista.

Como en el relato hegemónico, esta interpretación invertida hace culpables a los líderes de la oposición antifranquista de traicionar al pueblo o de no estar a la altura de las circunstancias, por haber renunciado al cambio radical y a la recuperación de las instancias y símbolos republicanos. El resultado sería una democracia incompleta y de baja intensidad. Se habría perdido la oportunidad de consolidarla a través de la ruptura y no del consenso institucional.

Esta narrativa, aunque tiene el mérito de restar importancia a la visión edulcorada y mítica de la Transición, no concede la debida importancia a la acción desde abajo que, en cambio, desempeñó un papel clave para evitar la supervivencia del franquismo.

Al considerar la Transición como el origen de la situación política actual, acaba degenerando en una valoración inexacta de las posibilidades reales de la oposición en aquellos años y reconociendo un papel preeminente a las élites gobernantes, que habrían impuesto una hoja de ruta planificada con absoluta autonomía.

La Historia frente a las narrativas públicas

El carácter problemático de un proceso histórico como la Transición requiere algo más que blanco y negro, mito y antimito.

Frente a las narrativas de conveniencia, la abundante y sólida contribución de la Historia sobre la Transición española ha planteado que aquella etapa aparece como un proceso abierto, con alta conflictividad social, lleno de incertidumbres y carente de una hoja de ruta predefinida. También sostiene que no se resolvió mediante una ruptura, pero sí ciertamente con una ruptura.

A pesar de los avances historiográficos queda mucho por hacer para construir un relato público del pasado que sea a la vez crítico y esté históricamente fundamentado. Esto concierne también y sobre todo a la capacidad de influencia de los historiadores y las historiadoras en ámbitos decisivos para la formación de una ciudadanía activa y crítica respecto a los relatos del pasado como productos “naturales e inevitables”. Empezando por la escuela española, donde sigue dominando la representación mítica de la Transición.

Fuente: https://theconversation.com/la-transicion-politica-espanola-un-modelo-exitoso-250559

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